(ITALIA)- El Salone Internazionale del Mobile de Milán se reconoce como el lugar donde convergen las novedades y tendencias que rigen el diseño de interiores y de mobiliario.
Pero este año los expertos sostienen que carecer de una tendencia definida se ha de considerar como la tendencia principal del Salone del Mobile 2018.
“Se aprecian numerosas y variadas líneas estéticas: desde el organicismo hasta el regreso del clasicismo, pasando por la búsqueda de la pureza y el estilo fantasy. Y, en el marco de cada corriente, hallamos diseñadores pertenecientes a los contextos culturales y geográficos más variados. Indicio palmario de que los creativos de todo el mundo, hoy en día, razonan en términos de ‘tribu de referencia’ y viajan sin cesar por un mercado global, donde los localismos parecen llevar las de perder”. Hoy carecen completamente de sentido aquellas definiciones que tendían a identificar los ‘estilos nacionales’. Por ejemplo, postulando un diseño italiano opuesto al escandinavo o al alemán. No obstante la ausencia de una línea estilística única, se pueden evidenciar algunos elementos que todas las tendencias actuales tienen en común. Entre ellos destacamos la recuperación del valor narrativo de los objetos: su capacidad de crear una atmósfera y de vivir junto a otros en un espacio, así ahora el concepto de habitación supera al de loft .
La sensualidad es otra constante en esta edición del Salone del Mobile. Los muebles y objetos hacen que su imagen luzca más “cálida” mediante maderas sofisticadas, acabados exquisitos, telas envolventes y, sobre todo, con un tacto muy particular. Los artículos de interiorismo de 2018 quieren que los acaricien. Con los ojos y con la mano. No son presencias neutras. Esto se traduce en el organicismo, tendencia sensual que protagoniza un claro repunte.
Otra constante en Milán fue lo que los organizadores del Salón han denominado ‘el síndrome Hermés’. La reconocida casa francesa de marroquinera inspira a diseñadores del mundo entero debido a la excelente calidad de los materiales empleados y a la extraordinaria “cultura del saber hacer” que caracteriza a sus trabajos, combinación de la alta artesanía y la industria.
Esto nos lleva a otra de las varias constantes presentes este año, el regreso del clasicismo. Una tendencia cada vez más común y compartida son las reediciones. Las grandes piezas del pasado se vuelven a proponer con gran atención al detalle, un reconocimiento a la elegancia excepcional del diseño.
